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_% Colorin Colorado cientas al techo, y de roerse las yemas de los dsdos casi hasta sengrar por ellos, did por fin un tremendo pufietazo en su ro- dilla, y grité como Arquimedes (aunque no en griego): - —";¥a esta! Esto es lo que les tengo que decir a las mulas, y jfuego con ellas!” Le puso en seguida a la frase elegida un buen acompafia- miento de madera de fresno, y ya desde entonces todo fué para e! tio Tanasio y para su cuatropea coser y cantar. Hacia sus viajes con la mayor facilidad, sin que se le re- sistiese cuesta alguna, por empinada que fuera. Y zsabe el lector cual era la frase empleada por el tio Ta- nasio Viruta para espolear a su ganado? Pues supongamos, por ejemplo, que trataba de subir la fa- mosa Cuesta de !a Posada, que arrancaba de su mismo pueblo, y era la mas agria de todo el trayecto. Cargaba el carro, en- ganchaba las mulas, almorzaba bien, y, saliendo a |» puerta con el rostro encendido y los ojillos echando lumbres, decia 4 su reata con voz suave y tierna, como si se dirigiera a un gru- po de sefioras, invitandolas a pasar al comedor: ~~“; Cuando ustedes quieran!” Aquella frase era un terremoto, y las mulas, al oirla, se al- borotaban como si les viniera el mundo encima. Y abiertos desmesuradameénte los ojos por el terror, y con las Oréjas tiesas, como si fuesen de metal, y los pelos de punta, se estiraban como galgos, y sacando chispas de la carretera con su brillante herradura, se llevaban el carro, echando cisco, por la pendiente arriba. Pero al fin, los hechos son mas fuertes que las palabras, y el peso del vehiculo, agravado por lo empinado de ta cuesta, las rendia; Su paso,e6, haple cada. ver, més lento y, al cabo, se paraban. Entoncés el tio Tanasio, que amaba a su récua mas que a las nifias de sus ojos, corria rapidamente en su euxilio, calzaba el carro, poniéndole un tope en cada una de las ruedas traseras, y las dejaba descansar. Y no contento con esto, daba una vuelta alrededor de sus mulleas, acariciandolas carifiosamente. Cuando los resoplidos habian cesado y la respiracién de los animales era normal, vo'via a Qritarles: }Cuando ustedes auieran! y sin otro empuijon, ni mas gritos mi mas aspavien- tos, ganaban la Cumbre. — : Pero al cabo de unos pocos dias, empezé a notar el tio Ta-
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