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258 Colorin Colorado y on la paz de Dios. ' Pero a los cuatro o cinco afios, esa paz se turbé, porque Juan sé aficioné al morapio, y tanto se aficloné que todos los domingos volvia a casa tarde y calamocano. La Juana le aconsejaba, le reprendia, le gritaba, y como no conseguia nada de él, se desesperaba, y no sabia ya qué hacer. Una de ics noches en que tardaba mas de lo acostumbrado, estaba la JuaNa asomada a la ventana y esperandole, y decia: —jSinvergienza! ;Bandido! zHa visto usted? ;Las dos de la mafiana y sin volver a casa! Pues hoy no duermes en ella, te lo aseguro. Eres un hombrecico sereno zeh? Pues lo que €s esta noche al “sereno” has de dormir. ;Miralo alla! Efectivamente, Juan volvia por fin. Se le veia muy bien a la luz de la luna, con la faja casi desceéfiida, sin otra cosa en la cabeza que el vino, cantando la “Marsellesa” y llevandose a si mismo el compas con las dos manos, en una de las cuales tenia una guitarra y en la otra un Jjarro vacio y desportillado. ‘Liegé a la puerta, la golped cen el jJarro y grité: —jJuana! —Jusna zeh? dijo para si ella desde arriba: ;Aguarda, sen- tadito, Juanito! ~—jJuanaaaa! ;D." Juanaaal —zZQué pasa?, respondié ella por fin, asomandose. —Entoavia no pasa nada, zsabes?, contestd 6] desde abajo; pero en cuanto me abras esta puerta, pasaré por ella el Rey de Inglaterra y la sefiaé Casimira con tol cabildo. — {Ya vienes bueno ya! ;No te abro! —ZQue no me abres...? —No: zSabes qué hora es? gNo sabes que son las dos de * la mafiana? ZY esta es hora de volver a casa un hombre? —jNo. te entiendo, chica! 4No me dices muchas veces: Juan, vente tempranico, vente tempranico? Pues tempranico vengo. —j;Eso es! ;¥ ahora te acuestas, y a las diez aun no te ha- bras w seen ua ‘4qué6 pecao hay en eso? zNo sabes que hay un refran que naira “las diez en la cama estés”? ~—Bromitas también zeh? Lo dicho. Esa edie’ no se abre | hasta el amanecer. —Si nv me abreés la puerta, me tiro al rio. —— Ee

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