BCCPAM000R48-1-33000000000000

por Pepito Reyes 255 Por eso el enfado de aquella tarde, que no fué mas que una tormenta de verano de mucho aparato y poco fondo, lo con- juré y disipé la nieta con nada mas que acercarse a él, vestida ya con sus trapillos domingueros, y empezar a acanciarle como aun nifio pequefno. —jAnda, malota, que no te quiero nada! le dijo el abuelo, aperentando un enojo que no sentia ya. —Pues yo a usté menos, le contesté aquel diablillo, estam- pindo en su rostro un beso resonante; y corrid a reunirse con su madre, que ya iba camino de la iglesia, haciéndole con ta mano s@€fias carifiosas de despedida al autor de sus dias... La madre y la hija iban saltando de jibilo por el triunfo conseguido aquella tarde sobre las dos maestras de brisca de la aldea. zY sabe el lector cuanto habian ganado en la ultima par- tida, que reunia todas las apuestas de la sesion? Pues después de haber estado siete cuartos de hora gn- tando, mintiendo, “robando y matando”, se sentian ebrias de gozo porque habian ganado las dos, ;pasmate amable lector! “tres ochenas”.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz