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WZ CTolorin Colorado —Oye tu, le pregunté su madre sorprendids al ver €sa carta. zPero no tenias otra cosa pa echar? —Pues gno me pedia usté triunfo? —j{Valgame el perro de San Roque y el csballo de Santiago y hasta las siete cabrillas! gHan visto ustés en la vida mostillo como éste? 4No veias que iba nuestro? ;Haber echao un carro encima, y no triunfo! Vamos ;tu me arruinas hoy! ;Es que me arruinas! —No se enfade usté, madre, que no me habia fijao. ,Que echo ahora? gPor dénde salgo? —Por la puerta de la calle debias salir... y pa no volver mas. Eoha una carta. La que te dé la gana. j;Jesus, que crio! No quiero aburrir al lector obligandole a asistir a las bazas restantes de este juego, el mas popular entre las aldeanas de Navarra. Solamente le diré que la contienda siguid con suerte equi- librada para las cuatro contendientes, hasta que en ita baza pendltima tiré al ciroulo la sefa Petra, aspero y horrible como un mastodonte, el as de bastos. —jEsta bien! exclamdé la sefia Felisa, poniéndose un poco nerviosa, al ver en el suelo aquel tronco de roble sin desbas- tar. Aqui hay que hacer una burrumbada, Carmen. ,Cuentas tu con algo bueno? ,Sacudo o no sacudo? afiadié levantando una carta en la mano derecha, y teniendo en la izquierda las otros dos. ~jLefia!, le contesté la nieta del veterano, radiante de sa- tisfaccién. —Pero... —jLefia, lefia y lefia, madre! Cuando yo digo lefia, ;lefia! —Pues, ;lefia va! replicd la sefia Felisa, arrojando al medio una aceitera como un tonel de grande; quiero decir el as de copas. : —jQue nos persiguen los nacionales, sefia Paula! le grité la Otra abuela. Ahi hace falta un tanque ruso. —£Qué mas quisiera yo que tenerlo? Pero no tengo tanque. No tengo mas que este caballico cojo, dijo poniendo el caballo de triunfo. No sé qué sera de él. —A ver td ahora. No me salgas con una pata de gallo, geh? éTienes algo bueno? —ZQue si tengo? contesté la Carmen, despidiendo chispas

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