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por Pepito Reyes 251 a los fieles. ;¥ hoy es “Minerva”! ;Acuérdate, Felisa, que es “Minerva”! zVes? ;Ya pasan los monecillos! ;¥ el sefor Pa- rroco detras de ellos! Me recelo que las visperas que vosotras vais a oir hay y las que of yo el domingo que viene, ; pata! —Pero, padre, por Dios, no nos sofoque usté, que hay tiempo pa todo! —Si todas hemos de ir, sefior Celedonio, confirmaron tas demas mujeres. No s@ apure que ya Ilegaremos. —Dios quiera, contestd el veterano, callandose ya. —El triunfo es oro, exclamé la hija del anciano. ;Les ad- vierto pa su gobierno! ;¥ esto va a ir a la carrera! Salga usté, sefia Paula. : La sefia Paula salid, dejando caer suavemente en e! corro el caballo de bastos. —~Qué echo yo, madre? —Nada... tontiando... 0 pon ahi unds tanticos, si te patoe. —Pues jalla va el rey de copas! —Sefia Petra, que hay moros en la costa. ;Ojo! le advirtio su compafiera. —Va lo supongo, ya, contesté ia aludida, poniendo cl dos de triunfo. —gLo ve usté? zVe usté lo que son estas abuelas? Siem- pre han de tener algun triunfico pa estorbar. —zEncartabas eh? —Tome usté, jy atin la engordo! respondié la sefia Felisa, soltando de mala gana la sota de bastos. Total dos y tres cinco y cuatro nueve. ;Buen principio tenemos! Salga usté, sefia Petra. La sefia Petra salid esta vez con la sota de espadas. —£Qué me dices tu, Carmen? 2 Qué tal va 680? 2S8igo pe- gando por ahi? —Siga usté sin miedo, contesté la hija, después de pensario un poco. —Pues jalla va esa cimitarra! Replico su madre, cubriendo la soOta de espadas con el as del mismo palo. —Mire usté lo que nos dicen sefia Paula. Esta vez si que hay moros; y todos contra usté. zQué hay por ese barrio? —Qué ha de haber? contesto la compafiera con voz desma- yada, Ojos pa florar, y nada més. Y puso en el ciroulo ei cuatro de bastos. La Carmen remato esta baza con la sota de ords.
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