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250 Colorin Colorado a dejar las naricés mas chatas que la capital de Italia. ;Apar- taos de ahi! Y abriéndose paso por entre las mujeres la sefora Felisa, hecha un brazo de mar, se Ilego a donde estaba su padre, lo temé por debajo de los sobacos, levantandolo en vilo y arras- trando al mismo tiempo e! banco con su pie, y lo acomode para que le diera bien en la cara el sol vivificante de febrero, que estaba aquel dia como nunca de esplendoroso y agradable. ~—zEsta bien asi, padre? Le pregunté entonces. —Hombre, esto es otra cosica, contestd el anciano, restre- gandose de placer sus manos sarméntosas. ~ {Pues a jugar ahora mismo la Ultima partida! Y tu, Car- men, mucho cuidaO que en este viaje lo apostamos todo. ~ZY las Visperas? observé el abuelo desde su sitia!l. Mira, Felisa, que han tocao hace rato el primero. —Pierda usté cuidao, padre, que esto se despacha en un boleo, contesté6 la hija empezando a revolver ya en su mano las cartas de la baraja. Con el precedente dialogo queda enterado el lector do varias cosas a la vez; que era una tarde de invierno, que el dia era festivo, y que un grupo de personas estaban tomando ei sol y jugando a las cartas. Ahora le afiadiré yo por mi cuenta, que la escena tenia lugar en un pueblecito del norte de Navarra. Las contendientes de aquella partida eran cuatro; la se- fiora Felisa con su hija Carmen, adolescente de unos catorce afios de edad, contra las dos “apdéstoles” (asi las Hamaban) la sefiaé Petra y la sefiaé Paula, que contaban mas de siglo y medio entre las dos, y eran las mejores jugadoras de brisca de toda la aldea. —Bueno, exclamé la sefia Felisa, empezando a repartir. Cada uno a lo que esta, Carmen; y a ver si eres tan lista pa esto cOmo pa responder al abuelo. ;Mucho ojo, mucho ojo! Tu mirale a la sefid Paula y yo a la sefia Petra. zEstamos? Pues no hay mas que hablar. ; ~Y nosotras, probes, dijo la sefia Paula lentamente, za quién miraremos, si no tenemos ya ni vista? zNo le parece a usté sefia Petra? —¥ que lo diga usté, contesté ta otra. iQue no tienen vista, que no tienen vista! ;Claro que no tienen vista! Pero tienen un olfato que, gpa qué? — El segundo a Visperas! voivid a gritar el tio Celedonio desde su banco, al oir sonar en la torre la campanita HNamando
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