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por Pepito Reyes 247 vencer la imperturbabilidad de sus viajeros, empezé a pianear suavemente, y en breves momentos descendié al aerddromo. En cuanto el aparato tocé tierra, gnté el baturro sacando la cabeza de su escondrijo: —Oiga Vd., buen hombre. Se puede hablar ahora? —Ahora si, sefior, todo lo que Vd. quiera. —Pues el viaje ha sido majo, majo de veras. Mia que da gusto ir por el aire como los pajaricos! —;Vaya!, conque les ha gustado gno es verdad? —zNo nos ha de gustar? ;Si esto es gloria...! j;Ahora mismo subiria yo otra vez! —Pues me alegro mucho. Ya pueden Vds. bajar... Oiga Vd.... pero su mujer? zno sale? —jAh, mi mujer! contesté el baturro con la mayor naturali- dad dei mundo. Cuando did Vd. la primera voltereta, se cayd y iy ya no la hay visto mas!

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