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La. Ss > a 244 ____Colorin Colorado —jAy, mama! ;Ay, mama!, clamaba Adelina pataleando de terror y pegandose mas a su madre. —zQue no me la Ilevaré? Ahora mismo, contesté la apari- cidn, pero sin dar un paso hacia adelante. —No te la llevaras, no. Yo la quiero mucho y conmigo ha de estar. Ademas, desde ahora en adelante mi nifia tomara aceite de higado de bacalao. ZNo es verdad, Adelina, que lo tomaras? —Va tomaré, mama, ya tomaré, contesté a gritos la pequefia. —Esta bien, contesté entonces el fantasma con acento so- lemnisimo. Esta nifia en lo sucesivo tomara aceite de higado de bacalao. Asi lo ha prometido. ;Ay de ella, si no cumple fa promesa! ;Ay de ella si no obedece! Porque lo pagara. Yo soy ef mantequillero; el mantequillero de ta Provincia. Ciento cuarenta y dos nifios desobedientss tengo en mi r cueva, con el cueiio retorcido y las mantecas fuéra. Y si esta nifia no toma aceite de higado de bacalao,a esta casa volveré, por esa puerta entraré y a esta nifia a mi cueva me ia Hevaré, Y dichas estas palabras, va virando en redondo lentisima- mente y con gran solemnidad hasta ponerse de espaldas, avan- za luego paso ante paso hasta la puerta, la abre y deseparece eerrandola antes con gran estrépito. Pero a los cinco segundos, cuando ya hija y madre empe- zaban a volver del susto, abre el fantasma nuevamente la puerta, y asomando su cabeza larga como una piramide, ex. clama con acento horrisono y tremebundo: —jArsebas ajin, catachdn! ;Brrreeerr! : : Y desaparece por fin, dando un portazo que hace tomblar todo el edificio. Innecesario es decir que, después de esta escéna espantosa e inolvidable, Adelina no solamente cediéd tomando aceite de higado de bacalao, cuando su madre se lo daba, sino que ella misma lo pedia y lo tomaba con avidez, mirando con horror hacia la puerta, con miedo de que eae a aparecer el co- cén por ella. Claro que andando los dias llegé a enterarse por sus ami- guitas de que el cocén que la habia asustado no era el cocén, sino el tio Lucas, sacristan de la parroquia, pero para cuando .supo fa realidad, dofia Elvira ya habia conseguido su objeto, porque su nifia, gracias al célebre medicamento, estaba ya tan gruesa, robusta y encarnada como un angelote de Murillo. Que es lo que queriamos demostrer.

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