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3 por Pepito Reyes 235 abundante, acompafiada de estremecimientos, grandes resopli- dos y alaridos horrorosos (;No era para menos!), dijo el ma- tarife con cierta solemnidad: —jAhora va! Hundiéd entonces mas el cuchillo hasta hacerlo casi des- aparecer en el.vientre del reo, hurgé con él! alli dentro, como buscando alguna cosa, lanzé un grufiido agudisimo el animal junto con un movimiento convulsivo feroz, que tevantéd en alto al mismo mozo de casa, luego un gemido cavernoso y pro- fundo y sin mas qued6 inerte sobre el trillo. El crimen estaba consumado. Y con todas las agravantes, curioso lector; es a saber: “premeditacién, nooturnidad, alla- namiento de morada, alevosia y ensafiamiento”. Por no fatigar al lector me abstengo de describir detalla- damente las dos escenas que siguen al asesinato, es a saber, la “chamusquina” y el “fregado” de la victima; la primera a la puerta de casa (apartando a veces la nieve) entre nubes de humo y sin otra iuz que la que despide una hoguera hecha con “ollagas” puestas entre dos troncos; y la segunda en el portal, tendido el muerto sobre una mesa. Alli, agua va y raspadura viene, primero con cascos de teJa y después a filo de cuchillo, hasta dejar al animal afei- tado, mondo y lirondo, blanco y limpisimo, como un juguete grande y feo, recién comprado en la tienda “para que se en- tretengan los pequefios”. Y ahora viene no lo principal ,pero si lo que mas le gusta al pastor, porque aqui es donde le parece que ejercita lo elevado de su profesion, haciendo casi de doctor en medicina: el “desbandullamiento”. Gambia para eso de cuchillo, y con uno mas pequefio abre a pulso el canal al interfecto de arriba a abajo, y va sacando juego pieza por pleza, cantandolas como si fueran nimeros de loteria. Erenia y su madre las reciben de sus manos y las Hevan 6 la cocina. : —jLa lengua y sus “amenioulos”! dice mostrando un pin- gajo de carne disforme, largo y sangriento. —1Valgame Dios, exclama Erenia al ver aquello, qué larga tenia la lengua este bicho! ~ —Y eso que no la cursaba, contesta el matarife, porque en su vida hablé una palabra. Conque figdrate lo larga que sera
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