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SC torin Colorado Examinado culdadosamente por ambos doctores, con ayuda de los mejores aparatos, se convencieron plenamente de que su sordera era un @mbuste, porque lo mismo el timpano que todo el bazar de cosas que tenemos detras de él, los tenia sa- nos y en estado normal. Preguntados luego sus paisanos (porque habia alli dos de su mismo pueblo) si a Pablo Martin (éste era su nombre) to habian conocido sordo alguna vez, respondieron unanimemente que aquella era la primera noticia que tenian de su sordera. A este reparo contestaba el quinto que era verdad; pero que al bajar del coche el dia de su tlegada... ~—gzSabe usté? me empezaron a hacer fos dos oidos a un tiempo uuuu uuuu; y al poco rato, jplaf! ;como dos vegigas que se revientan y..., hasta ahora! * El muchacho tenia cara de pillo, con todas las de la ley. Era bajo de estatura, de nariz arremangada, ojos azules, pi€rnas um poco estevadas y pelo crespo y de color de panoja. Como a juicio de los dos médicos, la ciencia ya nada tenia que hacer alli, se propusieron sorprenderle el embuste arman- dole mil zancadilias. Los demas quintos, sabedores del caso, ayudaban a los doctores, pero el indino se defendia como un maestro y no cala jamas. Era indtll que dejaran caer monedas cerca de él o que le gritaran “jagua, que arde el pabelién!”, él, ni se daba por entendido, ni volvia la cabeza. Se conoce que, aunque ignorante de ia psicologia, supo autosugestionarse perfectamente, diciéndose a si mismo: j;No hay sonidos!, y procedia en todo como si no los hubiera. Para los médices era éste un caso que los sacaba de qui- cio, y para los demas quintos un entretenimiento que les ali- mentaba la curlosidad y les divertia grandemente. Era el caso de! cuartel. Asi las cosas, acérté a pasar por la capital un condiscipulo de ambos examinadorés, el cual les visité inmediatamente, y al preguntarles cémo tes iba en la tarea, ~jChico!, respondiéd uno de ellos; el primer dia el negocio marchaba viento en popa; pero el segundo se nos presentéd un quinto labriego que es de oro y piedras preciosas. No es sordo (estamos ciertos de ello), pero lo finge a las mil maravillas, y por mas trampas. que le ponemos, no le podemos coger.

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