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aa 5 .. Colorin Colorado ‘—zePorqué lo dice usted? —Porque siempre esta usted cantando. P ak no prueba lo que usted quiere. Ya sabe usted, sefor S, que hay un refran que dice: QUIEN CANTA, SUS MALES ESPANTA. —¥ usted zqué males tiene que espantar? — jAy, sefior marqués, todos tenemos aqui fuéstro corrico (sefialandose el corazon) y al que no te duele el higado le duele el bazo... o le duéle la suegra... y todo @s padecer. Usted si que estara contento, cOn tanto dinero como tiene! —Pero, z,usted cree tio Manuel, que el dinero hace al hombre feliz? —No lo creo, sefior marqués, sino que lo sé. Mire usted, si yo tuviera el dinero necesario pa comprar los kilos de suela que me hacen falta, no me cambiaba ni por el Rey de Inglate- rre, Entonees si que cantaria, entonces... —Esta bien. zCuanto cuesta ese material que usted necesita? ; —Una onza. —Véigase usted esta tarde a mi palacio a por ella. —Oiga usted, sefior marqués; pero zva de veras? -Yo no digo las cosas dos veces. ~—Pues tampoco yo. A las cinco de la tarde en punto, ya me tiene usted en su casa. Y efectivamente a las cinco de la tarde liegé el tio Manuel al palacio del sefior marqués, el cual estaba ya esperandole en su despacho. —Tome usted lo ofrecido, le dijo el sefior poniendo en ma- nos del zapatero una onza de oro; y vamos a ver si desde ahora es usted feliz, y canta usted mas que antes. * El tio Manuel, al ver en sus manos aquella cosa redonda y reluciente, did un salto de jubilo; pero en seguida reaccioné y se puso casi serio; y metiendo con mucho tiento la moneda en el bolsilio del pantalén, se despidid lo mejor que supo del sefior Marqués, dandole las gracias. Al salir a la calle, miré a los lados con cierto recelo, y se encaminé a su casa, apretando bien la mano contra el boisilio, donde iba el flamante tesoro. Como el tio Manuel era tan popular y querido de todos, de todas partes le gritaban: ~Adiés, tio Manuel. —;Buenas tardes, tio Manuel! = a?

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