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212 Colorin Colorado Entonces sintid el veterano que la serenidad y el valor que no te habian abandonado nunca en las trincheras le empezaban a faltar; le comenzaron a temblar las carnes, y una afgustia indefinible le iba sublendo por momentos pecho arriba, como 3i fuera a ahogarle. . Con los ojos muy abiertos clavados en el. hueco oscuro de ie puerta, temia ver aparecer algo nuevo, aigo eanrible, alguna como vision del otro mundo, Y no se equivocé, porque en el instante en que este pensa- miento le agitaba, aparecié en el fondo semioscuro del ventanillo abierto, una cabeza, una cabeza sola, una cabeza enorme, con ojos como linternas, una cabeza negra, con mas cuernes que Belcebu y mas barbas que un capuchino. —j{ Socorro! grité desesperadamente el veterano, creyenco que fo que veia era el mismo Satands, que venia a llevario a los in- fiernos, para vengarse de él, pom hrnnhtn AR ceeited que estaba haciendo con el muerto. Al sonar el grito en la estancia, la cabeza desaparecio subi- tamente, percibiéndose en seguida un pataleo vivo y repicotea- do, como de persona que huye precipitadamente por la escalera abajo. Inmediatamente se oyé en la entrada un ruido singular y ca- racteristico, que no acierto a describirselo al lector. Este ultimo ruido, muy conocido del tio Valentin, Je did ja clave del misterio; y al conocer la realidad de todo, se sentd, mejor dicho, cayé sobre ia silla y apretandose los ijares con las dos manos, para no reventar, estallé sin acordarse entonces ni de novenarios, ni de prédicadores, ni de vivos ni de muertos, en la carcajada mas prolongada y mas ruidosa que habia dado en todos los dias de su vida. Sin.duda.que el Jector se ha imaginado ya en qué consistio aqueila aparicién; pero por si no seé.lo ha imaginado todavia, voy a descubrirselo. yo, Pues lo que el tio Valentin vio aparecer en el fondo obscuro dei ventanillo, no era Satands, como 61 creyé por unos instantes, pero. era algo parecido. Era un choto (ya sé que no @s su nombre, pero asi llaman en esta tierra a ese animal) como un mulato de grande, el choto mas corpulento, mas fantastico, mas negro y mas ende- moniado de la cabreria de aquel pueblo.