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20 Colorin Colorado y... “;@anastos!”—exclamé lleno de admiracién—, si evo quince dias echando aqui comestiblie, sin sacar nada, y esto no ha su- bido de nivel... Este, granuja me debe de estar vendiendoa mi mis propios caracoles! Pero... voy a tener calma. Ya caera el ratén en la trampa, porque sin duda que al cebo que le esta en- cargado ha de volver. Efectivamente, al siguiente dia por la mafana, ‘ya estaba Evaristo puesto delante de su profesor, diciéndole con mucha monada: —Sefior Maestro, gme da Vd. su licencia para ir a cierto sitio? —Puedes ir, contesté! D. Lino, casi sin poder disimular su nerviosidad y su impaciencia Salié el nifio de la escuela, y dos © trés minutos después, salié el Maestro tras él; y he aqui que cuando Evaristo tenia el brazo metido en el agujero de la tinaja hasta el codo, le hace volver la cabeza la voz de su profesor que le pregunta con voz suave: —~Qué es eso, pequefio? zqué haces aqui? Queda Evaristo aterrado al oir estas palabras, y Ileno de azoramiento y sin saber io que dice, pregunta él a su vez: —zQuiere Vd. comprar caracoles? ~Ven aca—exclama D. Lino con terrible acento que resuena como un cafionazo en ta falsa:—ven aca, ladron de Sierra Mo- rena, precioso compendio de Luis Candelas, y preparate a dar un pase de muleta a todos los caracoles robados, que van a embes- tirte con los cuernos de punta. 3 Y agarrando con su mano izquierda el brazo izquierdo de su discipulo empezé a dar vueltas con él, propinandole tales y tantos puntapies y bofetones, que era una compasién. ~—;Perdén, sefior Maestro, perdén!—gritaba Evaristo. Per- don y misericordia! que no lo haré mas! —Asi lo creo yo, que no lo haras mas—contestaba el inexo- rable pedagogo sin dejar de sacudir—, porque me parece que hoy vas a dejar la existencia en este desvan. Por fin, después de bien azotado le dejé, y con esto la ira de D. Lino se calmé por completo. Pero como Evaristo habia gastado el importe de los cara- coles comprando bombones, y otras golosinas, el profesor, que castigando al discipulo, recobré la tranquilidad, e! dinero jamas lo pudo recobrar. Verdad es que como un segundo y mas grave castigo, ex- pulsd, al nifio para siempre de la escuela; y los. dems nifios
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