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EL DIABLO SON ESTOS CHICOS Dando la fachada a la plaza de un pueblo, que no contaba mas que unos sesénta veoinos, se alzaba una casa pequéfia, pero blanca por defuera, y por dentro limpia como los oros, donde residia y “ejercia su profesién” un zapatero de lo viejo, Ila- mado Crispin Andueza. _ El zapatero era cojo, y se apoyaba en un grueso palo para caminar. Pero no cojeaba del alma aquel menestral honrado, porque ademas de ser la suya candida como ia de un nifio, era tan compasiva y cafitativa, que constitufa su mayor gozo partir el pedazo de pan con el primer mendigo que se le ponia delante. Vivia el tio Crispin en compafiia de un hijo suyo de unos diez afios de edad, unico recuerdo viviente que le habia que- dado de su santa mujer, fallecida hacia poco tiempo. | ' Era el rapaz, rubio de cabello y de ojos azules, inventor _Inagotable y jefe obligado de todas las travesuras del lugar, y no podia ya su padre con él. ¥ no porque el nifio fuera desobediente ni soberbio, sino porque con sus mentiras y embelecos le armaba unos lios, que {fe costaba Dios y ayuda el desenredanios, y cada trapt- sonda que dejaba tonto al autor de sus dias. | Sucedié pues, que en uno de los més crudos del invierno, estando los dos sentados a Ja mesa preparados ya para tomar j su frugal comida, se oyé a Ia puerta de la casa una voz débil |
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