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4 \ i \ por Pepito Reyes 185 enorme sillén de vaqueta que le han sefialado. Antes de quince minutos me va a Ocurrir a mi algo bueno, No se engafié, porque no habian pasado ni cinco, cuando empezo a llegar hasta sus oidos un ruido huracanado de ho- palandas. 7 Parecia que toda la venerable Comunidad avanzaba hacia él, se le venia encima. Y sin embargo no eran mas que dos monjes los que ile- gaban, el portero, ya conocido, y otro monje respetabie por su edad, por su presencia y por su elevada estatura. , El cual, adelantandose hacia el forastero, le saludo muy afable: : ~—jBuends dias! — —Con que segun me dice aqui Fray Doroteo, es usted ar- tista. —Para servirle. —ZY hace usted imagenes? —Eso mismo. —Perfectamente. Pues yo, aunque indigno, soy el Abad de esta santa Comunidad. Me tlamo el Padre Cristobal, y tengo el capricho de colocar en un angulo dé! claustro principal la Imagen de mi Patrono. (Ya sabra usted que mi Santo tocayo era un verdadero gigante). Ahora, pues, yo le pregunto: z2Po- dra usted tallarnos la Imagen de San Cristébal, con un gran tronco de cerezo, seco ya y curado, que tenemos en la huerta? “Yo, Padre Abad, contesté el huésped, le hago a usted la - Imagen de San Cristobal o de oualquier otro santo que usted © elija de la patna celestial; pero con dos condiciones... —zZY cuales serian ellas? —La primera que he de trabajar solo, a ‘pueria cerrada, y sin que nadie vigile mi trabajo; y la segunda, que no se me ha de tasar tiempo para él. —Estoy conforme con esas dos condiciones, Haga _ usted, pues, el favor de pasar, hermano... gcual es su gracia de usted? —Fortunato, para servirle. s ~—zFortunato? ;Bonito nombre! Haga usted, pues, e! fa- vor de pasar, hermano Fortunato, y dignese honrar desde ahora esta santa casa con su arte religioso y nobilisimo y con su agradable compafiia. Y tomandole carifiosamente de la mano, to introdujo en el Monasterio. Inmediatamente, a una orden del Padre Abad, més de una veintena de frailes motilones arremetieron contra el tronco de marras, y, a costa de esfuerzos verdaderamente inauditos, con-

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