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por Pepito Reyes 181 que por lo mucho que lo paladearon, debia de ser por lo me- nos de La Nava del Rey. _ “Cierto que Don Quijote de la Mancha, siende pobre como era, no pudo pagar a sus bienhechores aquel agasajo mas que con un discurso que, aun siendo bellisimo, como fué, al fin ni se come ni se bebe, ni, puesto a ta venta en la plaza, daria por él el comun de las gentes ni setenta y cinco céntimos. Cierto también que yo no puedo excederle mucho en generosi- dad al ilustre manchego; pero el que da todo lo que tiene, hace lo que puede, y no esta obligado a mas. Asi que, amigos, aceptad, os lo suplico, la miseria de estas ocho pesetas que os ofrezco, por el favor que me habéis dispensado, y distri- buidlas después entre los dos en forma equitativa. “¥ con esto, hermanos, me despido, y a Dios quedad; pero estad persuadidos, de quc la amabilidad que conmigo habéis usado, me ha hecho profunda impresién, y de que su recuerdo durara en mi alma mientras me dure la vida”. Y dichas estas palabras, hizo una profunda poverenela y se marché, dejando a uno de los pastores con las ocho pesetas en la mano, y a los dos con la boca abierta. Les duré el éxtasis como unos tres minutos, al cabo de los cuales reaccionaron, y dijo uno de ellos: ~-gQuieres que te diga una cosa? 6 Qué? *—Que si este sefior, que ha sido nuestro huésped y ha ha- blado tan fino, no es una aparicioén del otro mundo, debe ser por lo menos Ministro de la Corona. ~Si no es algun rey... — observé el otro pastor. —;Toma! ;Podria ser...! } —Yo tengo un libro en casa que habla de que un rey ibe per el bosque a cazar, lo mismo que cualquier cazador. ~—Pero si éste fuera rey, hubiera venido con muchos criados. —No, porque el libro mio dice que el rey iba a veces a cazar con buena tanda de servidores, pero ituegoO se quedaba solo en la selva. —Bueno; sea rey, 0 sea lo que s@€a, nosotros hemos cum- plido con nuestro deber, dando de comer al hambriento, como manda nuestro Sefior. Conque ahora ja repartir el dinero! Eso no tiene dificultad. --Ninguna; me parece a mi, El caso, por si mismo se de- clina. gNo somos compafieros? Pues procedamos a la buena | de Dios. Cuatro pesetas para mi y cuatro para til. zNo te paice? ~~Como, “a la buena de Dios”? —contesto el otro pastor,
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