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por Pepito Reyes aoe ANS Le rodearon todos en apretado circulo (del cual, como es natural, faltaba la futura “victima”) y el inventor expuso con gran misterio su plan, que fué escuchado con el mayor inte- rés. Cuando termind, soné un ;bravo! unanime de aprobacidn, y un estallido de risas que duré medio minuto. Y no duro mas, porque en aquel instante empezé a voltear alegremente en la torre la campanita tradicional de los sctenta kilos, !lamando al coro a la comunidad. zVes amable lector, el retrato que voy haciéndote de estos novicios, alegres, expansivos y hasta bromistas? Pues si cinco minutos mas tarde los hubieras visto en el coro, no fos hu- bieras conocido. Colocados simétricamente en cuatro filas, con las manos en las mangas, la mirada en el altar, o en e! salterio del facistol, y el pensamiento €n Dios, para ellos, como para los Angeles del cielo, no habia entonces mas que un objeto y una pre- ocupacién, el Sefior y sus alabanzas. Pero siguié al oficio divino la comida, y se reanudsé alli el jolgorio: ;qué tiroteo de frases de una mesa a tra! j;que adivinanzas! ;qué chascarrillos! ;qué reirse en cataratas inter- minables y casi siempre a costa del héroe de la fiesta, yue en aquel dia, por ser su Santo, era el angeélical Fr. Inocente! Terminé al fin la comida y termin6 la recreacion, como ter- mina todo en este mundo, y los novicios, vueltos a su silencio y modestia habituales, se encaminaron a sus celdas. Al poner el pie en la suya Fr. Inocente, hiriéd sus ojos algo especial y brillante que habia sobre la mess. Se acercé, un poco sorprendido, y vid que era una tarjeta preciosisima, que _ resplandecia como si fuera una luz. Campeaba a ta izquierds de ella una vifieta elegante, y a la derecha un finisimo empa- | prillado de linéas azules y amarillas. / En el fondo estaba escrito con tinta encarnada estas pa~ labras: jFr. INOCENTE! Te espero ante mi Sagrario de la capilla a las cuatro y media de esta tarde. A 2Faltarés? ;No faltés! é‘ . JESUS } Al aparecer a los tres ouartos de hora en el claustro para”