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166 Colorin Colorado vw biterio, y luego, puestas las manos junto a la boca en forma ce tubo, grité, mirando hacia la béveda: ~;Venga ya! En seguida se vid en el agujero una maroma gruesa que se trifurcaba en el extremo. —;Venga mas! —repetia el sacristan-. ;Venga soga! A estas voces, la soga iba aumentando y descendiendo poco a poco. Cuando el tio Lucas tuvo los tres cabos a la altura del cesto, lo sujeté bien por las tres asas, y volvid a gritar: ~{ Arriba con todo...! jhasta el techo...! pero con cuidado zeh? No se Os vaya a desarmar el cacharro. Oye —afiadio—, iy poneos todos cerca del agujero, pa que se oigan bien los violines! Y¥ ahora... ;0ido atento porque son ya las tres menos ouarto; y a esa hora poco mas o meé...! No pudo oir la palabra, sino que, cortandola por la mitad, y dando un salto de gato montés en direccién al altar mayor, se Ooulté alli en la oscuridad, entre San Nicolas y San Roque. Y gracias que anduvo listo. Si tarda dos segundos en dar el bote, aqui acaba el cuento, curioso lector, porque en aquel instante aparecié en la puerta anchurosa del templo la silueta ovalada, enlutada y devota de fa mismisima tia Gregona. , Representaba esta mujer unos cuarenta y cinco afios de edad y era gruesa de cuerpo, de estatura regular, cabellos grises, péomulos salientes, ojos azules y andar de pato cebado. Lievaba el mofio en rodete, que se le transparentaba 4 || través de su mantilla rancia, la cual, asi como el devodcionario, resObado que sujetaba entre sus manos, debian tener tanta edad como su duéfia. Caminando pasito a paso y con mucha suavidad por el cen- tre del templo, ttegd hasta la primera grada del preshiterio, donde se arrodillé segadn su costumbre. Permanecié asi unos cinco minutos en silencio oe al ca- bo de los cuales, creyéndose enteramente sola en la iglesia, rompis en las siguientes fras@s lanzadas entre profundos suspiros y en la mas rica variedad de tonos y mimica: —jAy, Jesus! ;Ay Dios mio! ;En tu presencia estoy Sefor de mi alma! Tuya soy siempre, Sefior, blen lo sabéis. Tuyo mi entendimiénto, tuya mi voluntad, tuyo mi corazén, za quién

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