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ee ee 148 =C«yj Colorin Colorado nerse nervioso. Con qus jal canario! ;Pues me admira su con- testacion! Al canario mato, si sefior. ¥Y gpor qué habia de ma- tar al canario? Eso es lo que pregunto yo. —Pues Zno nos ha dicho usted que aquel individuo era un cri- minal? —Y de marca. —Y¥ que merecia ser sepultado en los infiernos? --En los quintos inflernos, he dicho. ~—zEn los quintos infiernos? Pues entonces, al canario. —No le entiendo a usted; y usted perdone. ~—Pues vamos a cuentas, le dije yo muy serio. Usted, si fue- ra Dios, za quién hubiera matado? —zY0? Yo, si fuera Dios, al canario le dejo vivir y cantar en paz, y a aquel granuja distinguido lo parto por los rifiones y lo hago polvo. Como usted fo oye. | Polvo! ; ~—zSi, eh? Bueno es saberlo. Porque to que es si lo propo- nen a usted para juez de mi distrito, ya me guardaré yo muy bien de darle el voto. Vea usted, en cambio, cémo pensé y lo que hizo en ese caso nuestro Dios, el Dios de jos cristianos, el Dios de usted, el Dios de todo el mundo, el unico y verda- dero Dios: “En esa casa viven un gran pecador, enemigo mio, y un canario, y con una tormenta que voy a formar en la atmosfera, va a perder la vida ahora uno de los dos. “ZA quién mataré?’ Si mato al canario, el hecho no ten- dra importancia, ni consecuencias. No seré mas que un ser or- ganizado que se desorganiza; y sin dolor por parte de la vioti- ma; porque ni sentira el rayo, ni percibira el trueno. Pero si mato al pecador... ;Ah! esto hay que mirarlo mucho mas, porque tiene un alma que ha de wivir tanto como yo. Y ¥ ;en qué estado le sorprenceria ahora la muerte! Enemis- tado conmigo, y reo, por consiguiente, de dolores eternos! 2zY he de consentir esto yo facilmente, yo que le he criado con tanto amor y para la felicidad, yo que me he hecho hombre, que he pedecido, que he Jiorado y muerto por 61? De ninguna manera. Lo que voy a hacer es matar al canario y asustar al pecador. Quiza ese susto te hara entrar dentro de si, se convertira, vol- vera a mis brazos, se reconoiliar4 conmigo, y sera en adelante bueno, y luego dichoso en mi compafiia por toda Ia eternidad.” —jBien esta eso, por vida de sanes! grité aqui el baturro, descargando sObre su rodilla derecha un pufietazo; pero tan: te- rrible, ourioso lector, tan formidable, que si se lo pega a un toro en el testuz, yo creo que lo desnuca. {Bien esta, si, sefior! repitiéd. Lo que pasa aqui es que, como no amos estudiao, hay tios

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