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por Pepito Reyes 13 ~—jHorror!—exclams el alcaide, atronando la calle con un grito desaforado, al ver cquella balsa de oro liquido cuajada de puntos negros—. ;Horror de los horrores! Pero gqué es esto? 2 Qué. lleva usted aqui? —Pues a la vista esta, sefior alcalde, miel. —Y¥ gztiene usted ei valor, la osadia y el atrevimiento de pre- gonar y poner a la venta esta inmundicia? —Y¥ zpor qué dice usted eso, si se puede saber? —Porque esto no es miel, sefior mio; ;estas son moseas al- bardadas! ~i Toma! pues jclaro que son moscas! Y si a ustedes les gusta la miel asi qué culpa tengo yo? —Pero zusted se burla? zUsted se chancea? ;Cinco pesetas de multa por vender miel con moscas! Y oonste que no re- bajo ni un céntimo. ~~A mi por eso cinco pesetas de multa? —A usted, si sefor. ; —;Por vida de la sota de bastos y del demonio ladrén!--re- plicd el baturro, gritando ya tanto como el alcalde—. ;Aqui hay pa ponerse uno loco! Voy por una calle y ;multa porque no Ile- vO moscas! Voy por otra y ;muita porque las Iicvo! Pues gqué rediez de pueblo es éste? Este es un pueblo culto y progresista, digno de consumir mejores. articulos que los que usted le trae, Con que ja darse un punto en la boca y a pagar la multa! ~Pues la pagaré u no la pagaré, centesté el vendedor de- clarandose ya en rebeldia. —~ZQue no la pagaraé usaed? 2 Que usted no la pagara?—res- pendié el alcalde—.Y afiadiéd en tono d# gran sotemnidad y re- calcando mucho las paiabras: Maga usted efectiva en 21 acto la sancién que se le impone, si no quiere usted que el Excefen+ tisimo Ayuntamiento de esta villa con su alcalde a la cabeza, por esa infraccién notoria del cédigo industrial espafiol, lo envuelva a usted hoy mismo en un proceso del tipo contencicso-criminal, que, con caracter perentorio y sin demora, Ye tleve a usted a presidio para toda su vida. De todo este parrafo del sefior alcalda, # #aturro no entendis mas que lo de Ilevario a presidio para toda su vida, verifican- dose stibitamente en él, al oir estas palabras, una transformacion €spantosa. Se le puso el rostro echando fuego, dibujandose al mismo tiempo en su frente, en sentido vertical y formando hor- quilla en la parte superior, una vena gruesa como un cable, se le encresparon todos los pelos de Su cabeza, brillaron sus ojos como dos centellas, rechinaron de rabia sus dientes, y, Ilegando