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as exteriormente, para asemejarme a Vos, y de es- ta suerte lograr las flores y frutos de una dulce muerte y la corona de la gloria. Yo adoro esas he- ridas santisimas, y por ellas, y por el dolor que sintid vuestra dulcisima Madre, herido su aman- tisimo corazén con esas espinas, os suplico me conceddis una buena muerte, y lo que os pido en esta Novena, si es para mayor gloria, culto vues- tro y bien de mi alma. Amén, DIA SEGUNDO Duicisimo Jestis mio, crucificado por mi amor, que recibisteis por mis pecados un ntimero exce- sivo de azotes en vuestras divinas espaldas, has- ta quedar del todo llagadas por las muchas heri- das que en ellas hicieron los golpes. Sefior, un cordialisimo dolor de mis pecados y lagrimas de saludable contricién por las culpas que he co- metido volviéndoos las espaldas con mis gustos y maldades, sin mirara un Dios que por tantas bocas como heridas tiene en su sagrado cuerpo, me ensefia la mortificacién de mi carne, apetitos