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Las estaciones son floraciones de poesía a ¡Sombra! hija espléndida del bosque... La sombra es refrigerante para el rendido por el ca- lor. Tal vez halle también en el bosque descanso quien se siente herido por la inspiración. Cuesta arriba siente el poeta congestionada su cabeza, latir violentamente el corazón. Está fatigado. Mas dominada la colina, el co- razón y el cerebro recobran su ritmo normal. La pláci- da sombra es un repentino sedante. Camine, como acostumbra, el poeta hacia la cum- bre. Festonean las laderas del empinado sendero las silvestres flores del fresal, las zarzamoras y las hojas de trébol. Desde el arbolado descubre las crestas del Aralar, Txindoki y Uzturre. Siéntase, por fin, el poeta a la sombra del manzano, poco ha en flor, ahora re- pleto de fruto sazonado. Tanto el invierno como el verano, la primavera como el otoño, son propicios al poeta para dar su acostum- brado paseo hacia la colina. Todas las estaciones ofre- cen bellezas que admirar al que sabe apreciar la Natu- raleza. Lo que en el camino del repecho observa y lo que desde la colina contempla es lo único que ha de cantar el vate. Mas un día «Lizardi» abandona el bosque acogedor. Se aleja del arbolado que tan cariñosamente lo ha rete- nido. Mirale frecuentemente, con todo, al abandonarlo. Va a presentar en el Certamen Poético de Tolosa' los DESPERATE DITA AAA DPI ATI

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