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Su único sueño era el pesebre. Con una aguja de coser Se le podrían atravesar los dos costados. ¡Lo que me costó el vender de nuevo Este burro a los gitanos! Me ofrecían seis reales por él. Yo pedía diez. Pasamos tres días discutiendo. Cogieron el burro y se marcharon Prometiendo darme ocho reales. ¿Recibiré alguna vez el dinero? Quizá, quizá, cuando cumplan con Pascua. ¿Y el que ahora les he comprado...? ¡Vaya animalejo! Se le cae por mechones el pelo; Le mana suciedad y hedor. Diez palos de acebo llevo rotos (en sus costillas) Mas, poco le importa al burro; Entreabre los labios y, enseñando los dientes, se rie del palo. Cuando va sin carga mira de reojo, Burlándose de todos. Y al posar de su planta, ¡Qué soberbia la suya!

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