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a la oración. ¡Oid..! es el toque del Angelus. ¡«Orad, hijos, orad»! nos dice la campana. ¡Ea! levantemos el corazón y los ojos a la Estrella de los mares. Sumidos en religioso silencio, de todos los lados de la costa ofren- démosle de corazón la flor de la gratitud..!» Y al oir la voz de la campana, voz del cie- lo, se interrumpe todo ruido en la playa. Na- da se percibe...,todo convida a orar..! Enton- ces, el más anciano, dando una palmada y descubierta la cabeza: ¡Ave..! dice, apenas calla la campana. Y la gente pescadora, gente humilde, de corazón franco y sencillo, contesta al ancia- no. Y el joven fornido, y la madre con el hiji- to en los brazos, y el viejo de tez rugosa, sa: ludan a María. ECCE IN NUBE FULGIDA Pero una luz diáfana ilumina el espacio, difundiendo lucientes rayos: ¡qué bella, cuán 139 ”,

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