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¡Qué alegría, qué felicidad al encontrarse reunidos todos en el hogar querido! ¡Cuántos sonoros besos bañados en lágrimas, fruto de la peligrosa ausensial No cabe imaginar un tan sincero amor. * .. Ya han atado al malecón las barcas y trai- neras. Y todos a porfía se pasan de mano en mano las cestas de pescado; y libres ya las redes del rico botín, las ponen a secar a lo largo de la playa. NOX, SICUT VESTIMENTUM... Horas apacibles. La brisa marina sopla ti- biamente... Y poco a poco asciende de la tie- rra el vaho cargado de rocio... Horas felices y quedas... Sólo se oye el silbido de las hadas nocturnas... La madre Natura hila blanca urdimbre cuajada de estrellas... .. Mientras la tierra yace sumida en densa oscuridad, manos mágicas han encendido las lámparas celestes. Desde allí nos miran y protegen, y con sus parpadeos nos avisan si andamos perdidos, llorando lágrimas de nácar. 135
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