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ñudas y comenzó otra vez a nevar y nevar a más no poder. Din, dan... Y un día, los angelitos, blancos como la misma nieve, entraron en la cocina mientras la madreci- ta dormía. Din, dan... Y se llevaron al niño en sus brazos, diciendo: ña «Ven, que eres demasiado hermoso para vivir en ese mundo miserable.» Dilín din, dilin dan, dilín din, dalán. ' i Angelitos buenos % Al Cielo van. mid e A ¡8 + hi 95 Y

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