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Pero surgirá de nuevo en las límpidas fuentes, y se deslizará, juguetona, como una madeja de plata, murmurando su eterna cantinela. Y, al oir- la, los ruiseñores, en medio de la noche tranquila y silenciosa, comenzarán al punto a entonar las endechas de su amor anhelante. Los árboles se vestirán nuevamente de verde follaje, y en sus brotes tiernos los pajarillos can- tores construirán, una vez más, sus blandos ni- dos, como una hermosa ofrenda a la primavera. ¡Espera! Mira: las praderas y los manzanales bien pronto van a adornarse de hermosas y loza- nas flores. Una ola de suaves aromas perfumará la tierra. ¡Que esa ola fragante infunda en tu alma la alegría y la esperanza! ¡Espera! Desde ahora, allá, en los montes del oriente, la espléndida aurora comienza ya a ras- gar las sombras de la noche. Y, cuando todo se alegra, ¿permanecerás tú sumido en la tristeza, entregado al dolor, paladeando la amargura? ¡Alégrate y canta! En las entrañas de la fecunda tierra, hierve la vida ansiosa de brotar a torrentes por todas partes. ¡Alégrate y canta! ¡Que tu canto sea el himno grandioso de una triunfante resu- rrección! Entre sus manos delicadas cogió luego mi cabe- 87