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versos, tejidos en el campo. Estos fueron, precisamente, los premiados por decisión del jurado calificador. Triunfan en la lucha poética las poesías creadas en el bosque. Algo de esto, según refieren, sucedió en la anti- gúedad a Píndaro. La poetisa Corina venció al más ce- lebrado de los vates griegos. En unos juegos Olímpicos el pueblo aclamó a Corina y despreció a Píndaro. Aba- tido y humillado quiso Pindaro ocultar su vergúenza en el bosque. Buscando la soledad se ocultó en la selva. Mas Urania, la diosa del bosque, le ofreció su ayuda. «...Del Sacro monte Hay en lo más repuesto un bosque umbrío. ...A aquel secreto Le condujo la diosa. Al acercarse A aspirar el sacro ambiente, el frío Del temor religioso por sus venas Sintió correr el vate, y por la frente asar, como una llama, que el genio Con su calor enardecía. Cuando Con paso inadvertido a la espesura De la selva llegó, la excelsa silla Del solitario trono dejó Urania ara acercarse en el secreto asilo, Al vate generoso. Se sentaron sobre La blanda hierba. El plectro Urania Tomó y cantó un himno...» Urania iluminó la frente de Píndaro, dice el poeta Manzoni, y con hiriente inspiración fecundó su mente. vi O
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