BCCPAM000R19-5-02000000000000

una incertidumbre que se prolonga; el presentimiento insuperable que trae el correr de las horas, cuando con cada una muere una esperanza; la an- gustia de la espera. Postrada ante la Virgen de Nueva Pompeya se hallaba la señora Duggan, cuando el domingo 20 de junio, hacia las nueve y cuarto de la mañana, en el preciso momento en que se estaba cantando la misa en este Santuario por el buen éxito de los aviadores, comunicaron por te- léfono de la casa misma de la señora Duggan que los expedicionarios se encontraban sanos y salvos. Lo ocurrido nos describe el mismo Bernardo Duggan en esta forma: “Vigía, 20. — Como un descenso era dificultoso, debido al mal es- tado del mar, partimos de Paramaribo a las 7.15, con carga completa de combustible, que nos permitiría perfectamente llegar a Belén. El trayecto hasta Cayena fué cubierto en las condiciones previstas. De Cayena en ade- lante fuímos sorprendidos por una serie de tormentas, que se sucedían con rapidez alarmante y un fuerte viento, que no nos permitía marchar a una velocidad mayor de 95 kilómetros por hora. Esto nos hacía prever un re- sultado desagradable, puesto que la costa Norte está totalmente desierta, y por las condiciones de la misma en el trayecto que recorríamos, un des- censo era perdido. En estas condiciones terribles llegamos a la altura de la isla de Ma- racá con nafta para media hora de vuelo, cuando con la alegría consi- guiente divisamos una pequeña embarcación de pescadores. Acuatizamos con toda felicidad cerca de ella, y no obstante hallarse el mar agitado, tuvimos la suerte de no deteriorar el avión. Más adelante nos esperaba el inmenso estuario del Amazonas. Luego de dejar el “Buenos Aires” en perfectas condiciones en el sitio más resguardado de la isla, rodeada de violentas corrientes aque hubiesen causado el naufragio de la máquina antes de una hora de permanencia allí sin auxilio, nos embarcamos en la pequeña embarcación que parecía puesta a la espera nuestra por la Divina Providencia, con la rara coinci- dencia de que llevaba en la popa las iniciales que tiene la estampa de la Virgen de Nueva Pompeya, que es nuestra Patrona del raid, y de estar pintada de azul y blanco, los colores de nuestra Patria. El viaje de Maracá a Vigía, que duró siete días, atormentados por la desesperación de nuestras familias, luchando continuamente contra un im- placable viento de proa, afrontando tormentas que se presentan matemá- ticamente todas las noches, casi naufragando el 17 a la noche después de tres días sin divisar tierra y de ser batidos a merced de las olas, con el velamen bajo y el ancla levantada para evitar un vuelco en la canoa, evi- tado únicamente por la pericia del Patrón de la barca, Josino Cardoso, ha dejado en nosotros huellas de sufrimiento aue serán borradas solamente con el cumplimiento de nuestro deber y el beso de nuestras madres, la única compensación que pedimos a nuestro esfuerzo. “Estamos en Vigía esperando gasolina y medios para ir inmediata- mente en busca del avión y emprender nuestro raid. Bernardo Duggan.” Este cablegrama, como otros de la misma procedencia, fué contestado por la Sra. Andrea L. de Duggan, madre del jefe de la expedición aérea, atribuyendo a la protección de Ntra. Sra. de Nueva Pompeya la salvación de los aviadores. COMENTARIOS DE “LA RAZON” “Los telegramas llegados a esta ciudad desde Vigía, uno de ellos fir- mado por Duggan, y otros, conteniendo declaraciones de Olivero y Cam- panelli, no ocultan la seguridad de los aviadores, de que su salvación se 84

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz