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Las coronas fueron colocadas sobre una mesa ante el trono de los Sres. Obispos. El Maestro de Ceremonias, Sr. Muñagorri, subido al estrado leyó el acta por la que la Sagrada Congregación, a cuyo cargo está el decretar las coronaciones de la Sma. Virgen, concede este derecho para la del Rosario de Pompeya, en Buenos Aires. Acto seguido, Monseñor D” Andrea pronunció su alucución que fué largamente aplaudida en diversos pasajes. Cuando hubo terminado Mon- señor D' Andrea, por enfermedad del Eminentísimo Cardenal Gasquet, el Nuncio Apostólico, Monseñor Vassallo di Torregrossa procedió a la coro- nación de la imagen, entre aplausos estruendosos y vivas atronadores, aparte de la magnificación de la pompa propia del mismo. Actuó como madrina de la ceremonia Doña Adelia Harilaos de Olmos, a la cue acom- paña un grupo de damas. El público, entusiasmado, continuó exteriori- zando su júbilo por largo rato, entonándose cánticos sagrados por el or- feón del Laurak Bat y la concurrencia. Una vez que el Excm. Sr. Nuncio impartió la bendición papal y se hubo cantado el himno nacional por toda la multitud embargada de emo- ción, se organizó una procesión con la imagen. El recorrido se hizo en un trayecto de pocas cuadras frente al templo. Al paso de la imagen se su- cedían los aplausos y las aclamaciones, entre las más dulces lágrimas, efecto de la más viva e intensa emoción. La columna iba precedida por el clero y los seminaristas, marchando en pos de la Virgen los prelados. Cuando la procesión enfrentó la entrada del templo, las demostracio- nes de entusiasmo se intensificaron, siendo conducida la imagen en triunfo ante el altar mayor. UN TELEGRAMA DEL SUMO PONTIFICE Al terminar la lectura del acta de la coronación, el Sr. Muñagorri e 2 7- e as dando la bendición al público nada la ceremonia de la coronación. d espués de termi- 64 —

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