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XVII! - Coronación de la Virgen de Nueva Pompeya Cumplidos todos los trámites canónicos para llevar a cabo la corona- ción de la milagrosa Imagen de Pompeya y caldeados los ánimos por medio de una vibrante exhortación dirigida a tedos los fieles de la Arquidiocesis por Mons. Duprat, Gobernador Eclesiástico de la misma, llegó el día 20 de agosto de 1922, fecha designada para el esperado acontecimiento, que tantísimo entusiasmo despertara en todas las capas sociales del pueblo argentino. Cedemos gustosos la palabra a “EL PUEBLO” periódico católico de Buenos Aires, cn su número de 22 del mismo mes: “Contornos de inusitado esplendor y brilo adquirieron los cultos con que se procedió el domingo a la coronación de la imagen de la Virgen Santísima del Rosario en Nueva Pompeya”. “Para quienes tuvimos la dicha de presenciar los actos realizados y la magnitud por ellos alcanzada, difícilmente podemos olvidarlo, pues, nues- tro corazón olvidado un momento de las cosas de la tierra se elevó en alas de la piedad y del entusiasmo religioso a insoñadas alturas de las que sólo se vuelve con lágrimas de ternura en los ojos y un despego grande de todo lo que nos ata en la tierra”. “No hallamos comparación adecuada para indicar la grandiosidad del espectáculo”. “Los obispos, el clero, las congregaciones religiosas y el incontable pueblo piadoso y recogido, todos vibraron al toque enérgico de la devo- ción de María como una grandiosa cuerda armónica, única, magistral, sublime”. “Si, como dijo Mons. de Andrea en su alocución y nosotros creemos, una legión de ángeles había descendido para contemplar el espectáculo de la coronación de su Reina en un apartado rincón de la teirra, creemos también que por momentos habrán envidiado nuestras manos que aplau- dían, nuestros ojos que lloraban de ternura y nuestro corazón que ento- naba sin saberlo los hosannas de la gloria”. “Nunca en nuestra capital se habrá visto una apteosis más gran- diosa, más sublimemente sencilla, más soberbia, más desinteresada, y más espontánea que la que nos fué dado contemplar ayer en honra de la más santa, más pura, más humilde y más divina de las obras del Todopoderoso, María Santísima”. “Al salir la imagen del templo los aplausos de la muchedumbre se nos ESSE 59 WI l a e a x POR MV Vr LL oi _— pe TS

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