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XII. - Devociones Pompeyanas LOS QUINCE SABADOS Esta devoción, quizás la más popular de cuantas se efectúan en nues- tro Santuario, se verifica dos veces al año. La primera comienza la se- gunda quincena del mes de enero, para terminar el sábado anterior al día 8 de mayo, fiesta de la Virgen de Pompeya y “Día de la Súplica”. La segunda principia en la última semana de junio y termina el sábado anterior al primer domingo de octubre. Se hacen los quince sábados confesando y comulgando en cada uno de ellos en la iglesia de Nueva Pompeya o por lo menos en otra en que se venere dicha advocación, rezando una parte por lo menos del rosario y las oraciones contenidas en el librito de los “Quince Sábados”. Son innumerables las personas devotas que hacen este piadoso ejer- cicio y tantas las gracias, favores y prodigios de todo género que los de- votos de la Virgen le atribuyen, que serían necesarios muchos libros para contarlos. Así se explica el entusiasmo de las personas piadosas que cada año acuden en mayor número a honrar a la Virgen de Pompeya con ejercicio tan piadoso y de tan palpables ventajas. LA SUPLICA ¿Quién hay en Buenos Aires que ignore que es “La Súplica”? ¿Quién hay que desconozca esa breve serie de oraciones con su correspondiente número de Salves en aue las personas piadosas derraman su corazón en ardorosa efusión de fe, de amor y de ternura filial a María? El día 8 de mayo y el primer domingo de octubre el templo de Nue- va Pompeya cobija bajo sus bóvedas miles de corazones que laten al uní- sono dominados por un sentimiento de amor y devoción a la Virgen. El día de “la Súplica” es el más solemne e importante del calenda- rio pompeyano, día que encierra triunfos prodigiosos de la gracia, ver- daderas epopeyas del poder de Dios, mediante la protección de su Madre. Altos son los designios del Omnipotente y temerario fuera querer escudriñarlos. Pero indudablemente que esta parece “la hora especialmen- te escogida” por la Reina Soberana para dispensar a manos llenas sus gracias y favores. Vivo testimonio de ello es la cantidad de prodigios verificados en el momento mismo de “La Súplica” sobre todo en los Santuarios de Italia y en el nuestro de Buenos Aires, y que, debidamente comprobados se registran en los Anales del Rosario y en la Cronica de nuestro templo. Es emocionante contemplar en ese día con qué fe, con qué confian- za miles de personas realizan la eficadísima oración. Lágrimas en los ojos, suspiros concentrados y a veces mal reprimidos, atención viva e intensa, recogimiento celestial, devoción profunda y sentida, he ahí lo que el curioso admira ese día en la multitud de devotos, todos ellos confiados en conseguir el despacho favorable de sus ruegos del maternal corazón de la Madre de Pompeya. l l Ñ e e eN nb E 5 33 e >

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