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Nuevo Rocafuerte, en el caserío llamado Itaya, de donde procedía uno de nuestros pacientes y que.denominamos QLT. En las tres solamente encontramos Zilchiopsis ecuadoriensis y Trichodactylus maytai; los unos , parasitados por metacerca– rias de Paragonimus , los otros, por metacercarias de quiste grueso. En QFY y QLT las metacercarias de Paragonimus pertenecían al tipo que denominamos "tipo A"; por el con– trario, en la quebrada QMV las metacercarias localizadas pertenecen a otro tipo, denominado provisionalmente como "tipo B". Fortuitamente en un ejemplar de Z. ecuadoriensis de la quebrada QMV pudimos encontrar ambas metacercarias juntas, hecho que nos permitió realizar un estudio comparati– vo in vivo. Todos estos datos indkarían las características tan pecu– liares de los nichos ecológicos en esta selva amazónica, donde el ciclo biológico de algunas especies, complejo como en estos tremátodos del género Paragonimus. realizan un verda– dero aislamiento bioecológico . Puesto que los huéspedes intermediarios primero y segundo son los mismos para ambas especies hay que suponer que existe una cierta especificidad selectiva en la gama de posibles reservarlos de mamíferos selváticos, hecho que hasta ahora queda completamente ignorado . 3. Llama poderosamente la atención el alto porcentaje de parasitación del cangrejo Z. ecuadoriensis. como se comprue– ba en el gráfico adjunto, hasta alcanzar en la quebrada QFY al 96 ,4 por ciento. Tan to más si se tiene en cuenta los porcen– tajes tan bajos de parasitación de Aroapyrgus colombiensis para cercarías de Paragonimus , que en nuestra experiencia es del orden de 0,042 por ciento. La gran cantidad de estos mi– núsculos caracoles y la capacidad de supervivencia de las cercarias podrían explicar es te hecho insólito . 8
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