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Da Explicación para los niños Nadie sabe pedir mejor, ni con mas insistencia las cosas que de veras desean que los niños. Tienen hambre y van corriendo a pedir de comer, ven un dulce o un jugue- te y ya están pidiendo que se lo compren. Si depende de ellos que no haya escuela, ya están pidiendo vacaciones, y a los sacerdotes, cuando los saludan. pídenles estam- pas. Se pasan la vida pidiendo. ¿No es cierto? ¡Claro! Como vosotros no teneis aun nada propio, ni cómo com- prarlo, dependeis en todo de los mayores a quienes cons- tantemente manifestais vuestras necesidades y vuestros deseos. He aquí porque encontrais muy razonable que el pobre leproso del Evangelio salga al paso de Jesús gri- tando y pidiéndole que limpie su inmunda lepra y que el centurión se postre a los pies de Jesús en mitad del cami- no y le suplique por la curación de su criado enfermo. Por ésto quiero fijar vuestra atención en dos cosas que resul- tan de la lección del Sto. Evangelio de hoy, a saber, en la necesidad absoluta que todos tenemos de orar, de rezar, y en el modo como debemos hacerlo, para que Dios nos escuche. Es verdad que tenemos muchas necesidades corpora- les, remediadas por la oportuna intervención de los que nos cuidan y nos aman, pero tenemos muchísimas más ne- cesidades espirituales y sucede que éstas quedan muy des- cuidadas por los niños que no se acuerdan de rezar, ni de encomendarse al Señor todos los días. No se les olvida ninguna mañana pedir, en cuanto se levantan de la cama,

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