BCCPAM000R16-1-28000000000000
BRA como causa segunda, que desarrolla la acción propia, querida por Dios, y que condiciona su propia vida y sus propios inmortales destinos. De manera que nadie vive ni se salva, si no pone lo que está de su parte para ello, Pues uno de esos actos providenciales, expresamente señalados para nuestra salvación y para llenar las defi- ciencias que en el orden físico y espiritual sentimos, es la oración, a la cual está vinculada la gracia divina y el remedio de nuestros males. Diós posee con superabun- dancia todo cuanto a nosotros nos falta; lo posee para comunicárnoslo en la medida que nos conviene y quiere dárnoslo; y la prueba es que nos dió el ser de naturaleza y la vida de la gracia, sin que lo pidiéramos, por sóla su Bondad; pero condiciona sus dones a nuestra petición. ¿Quién será el osado que se queje y se resista a pedira Dios lo que le falta, pretextando que El lo sabe? ¿No delata esa asadía una rebeldía y un ánimo despechado? He aquí, por qué la oración es en nuestros labios, en nuestras manos, en nuestra mirada, en nuestra acti- tud, humilde y grande a un tiempo, el acto más íntimo de la virtud de la religión por el que el hombre, ser in- teligente, reconoce que Dios es la fuente de todo bien y que es soberanamente libre en sus dones, una confe- sión sencilla y sublime ante los ángeles y ante la crea- ción entera que honra la riqueza de la casa paterna, a donde acude, alegando los méritos del Primogénito Redentor y Restaurador de las obras divinas; es una de- claración sencilla y elocuente de la soberanía de Dios en la distribución de sus dones y del amor inmenso con que se prodiga; es, en una palabra, hacer debido honor a la paladra divina que promete darnos cuanto debidamente
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz