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o E grande. Así Yo os decluro que vendrán muchos gentiles del oriente y del occidente, y estarán a la mesa de Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos, mientras que los hijos del reino (los judíos) serán echados fuera a las tinieblas: allí será el llanto y crujir de dientes. Después dijo Jesús al *centurión: Vete y sucédate conforme has creido. Y en aquella hora misma quedó sano el criado. Aclaración literal del texto. Los dos milagros que refiere el Santo Evangelio de hoy nos invitan a reflexionar unos momentos en ese po- der oculto, pero casi omnipotente que la ¿Divina Pro- videncia ha vinculado a la oración que el hombre diri- ge a Dios, reclamando confiada y humildemente su au- xilio. Vese luego la relación intima, que con la grande- za de Dios tiene nuestra pequeñez, y con su abundan- cia nuestra pobreza, y con su Bondad nuestra miseria. De las profundidades de nuestra miseria brota precisa- mente ese grito de angustia que conmueve las entrañas del Padre que está en los cielos y que no permitiría las desgracias de sus hijos, sino por que quiere valerse de ellas como de estímulo que nos recordara nuestro ori- gen y nuestro destino, acudiendo El, solícito y amoroso, con la abundancia de su caudal en cuanto nosotros con- fesamos cómo de El dependemosy que en El vivimos, nos movemos y somos... Ved aquí dos hombres que sufren y salen al encuen- tro de Dios hecho hombre, peregrino en la tierra, don-
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