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Mo que míran al servicio de mi Padre? Mas ellos por entonces no comprendieron el sentido de su res- puesta. Enseguida se fué con sus padres a Na- zaret, y permaneció en su compañía sumiso y obediente. Su madre conservaba todas estas co- sas en su corazón. Jesús entre tanto crecía en sabiduría, en gracia y en edad, delante de Dios y de los hombres. Aclaración literal del texto El episodio evangélico que hemos de estudiar hoy, no podría ser bien interpretado sin tener en cuenta que todo cuanto sabemos de la infancia del Salvador se de- be a confidencias maternales, hechas por la Virgen San- tísima a la primitiva Iglesia, y confiadas a la pluma de los sagrados historiadores bajo la inspiración del Espí- ritu Santo. ¿Quién otro pudo contar a los evangelistas el orden y desarrollo del nacimiento, primeros años y juventud florida de Jesús?... Esta es la razón que ex- plica suficientemente la exquisita sobriedad de los re- latos evangélicos en las alabanzas tributadas a María, y la unidad de pensamiento y de expresión muy en ar- monía con la unidad de acción de los mismos aconteci- mientos, a pesar de desarrollarse entre fulgores de di- vina luz y espesas sombras de cosas humanas. Debía aparecer Jesús desde el principio mostrando al mundo la realidad de la humana naturaleza tomada de la Vir-
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