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Domingo entre Mavitad y la Epifanía Ministerio augusto que ejerció la Virgen Sma. cuando presentó en el Templo a su Divino Hijo. Evangelio según S. Lucas (Cap. 11.) En aquel tiempo: José y María, Madre de Jesús, escuchaban con admiración las cosas que de El se decían. Y Simeón bendijo a entrambos, y dijo a María, su Madre: Mira, este Niño que tu ves, está destinado para ruina y para resurreción de muchos en Israel, y para ser el blanco de la con- tradicción de los hombres (lo que será para tí mis- ma una espada que traspasará tu alma), a fin de que sean descubiertos los pensamientos ocultos en los corazones de muchos. Vivía entonces una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la tri- bu de Aser, que era ya de edad muy avanzada; y la cual, casada desde muy joven, vivió con su marido siete años y habíase mantenido viuda has- ta los ochenta y cuatro de su edad, no saliendo del templo, y sirviendo en él a Dios día y noche con ayunos y oraciones. Esta pues, sobreviniendo a la misma hora, alababa igualmente al Señor, y hablaba de El a todos los que esperaban la re- dención de Israel. Y Jesús y María, cumplidas todas las cosas ordenadas en la Ley del Señor, regresaron a Galilea, a la ciudad de Nazaret. Entre tanto el Niño iba creciendo y fortaleciéndo- se lleno de sabiduría y la gracia de Dios estaba con él.

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