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Explicación para los niños Como habéis oído, San Juan Bautista, el santo Pre- cursor del Mesías, andaba delante de El preparándole los caminos, enderezando las sendas de los corazones de los hombres que deseaban recibir al Señor y entenderse con El. Y qué bien lo hacía, predicando la penitencia que limpia los pecados del alma, y bautizando con agua del río Jordán para significar la pureza que Dios exige en las almas donde ha de habitar. No sé si sabréis que los pri- meros anacoretas cristianos que se consagraron para to- da su vida al recogimiento y a la oración por los desier- tos, fueron los llamados Esenios, discípulos de los que lo fueron del Bautista y siguieron puntualmente a Jesucris: to según las indicaciones del santo Precursor. Ya podéis comprender que para hacerse dignos de recibir entre nosotros, y aun más, dentro de nosotros al Señor de la gloria, se necesita purificarse mucho y prepa: rarse muy bien, no sea que al llegar nos encuentre indig- nos de Sí y nos rechace. Es lo que generalmente hacen las autoridades municipales, cuando el Rey o un ministro u otro gran personaje anuncia que va a llegar a la ciudad, Luego se ven por calles y plazas y por los caminos que afluyen a la ciudad brigadas de trabajadores quitando pie- dras y tierra, allanando carreteras, limpiando las calles; todos trabajan para que al llegar el personaje quede agra- | E | dablemente impresionado y se mueva a conceder los fa- ' vores que se le pidan. ¿No es verdad?,.. Pues he aquí lo que hacía el Precursor, limpiar las almas y enderezar las
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