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=D seguido las indicaciones de la Voz autorizada que los guiara hacia el Salvador; lo hubieran buscado y hubie- ran hallado en El lo que hallaron y hallan siempre cuan- tos lo buscan con buena voluntad. Pero su mala disposi- ción espiritual no les sugirió otro recurso que interpelur con cierta acritud al Bautista de un bautismo administra- do por quien no fuera el Mesías. Pensad un momento en ésta réplica insidiosa y veréis palpitar en ella el con- cepto del verdadero Mesías que vendría a lavar los pe- cados del mundo; sólo El podía perdonarlos, y así lo arguyen los fariseos y doctores de la Ley; pero cuando se encontraron en el camino de sus ambiciones con Je- sucristo, que perdonaba con soberana autoridad de Dios los pecados, se escandalizarán de El y lo argiiirán de blasfemo. Tal es el desenlace de consultas e indagacio- nes que se hacen sin amor a la verdad y al bien que a- parentemente se busca. Lo que aconteció a los sane- dritas, acontece siempre a los fariseos de todos los tiempos que ante la verdad divina y la divina Voluntad, suficientemente manifestadas, adoptan actitudes de jue- ces que preguntan para resistir y negar, en vez de pre- guntar como hijos y como discípulos, para obedecer y seguir al Maestro. No dice el Evangelio cual fué el resultado final de la entrevista de los emisarios del sanedrín ante el San- to Precursor. La actitud resuelta y del todo irreprocha- ble que demostró ante sus preguntas e interpelaciones, debió sin duda hacer comprender a los maestros de ls- rael que aquel hombre extraordinario no se prestaría con su nombre, ni con su autoridad a secundar los pla- nes de la liberación política que ellos fomentaban entre