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MS la cosa pública; se le ha excitado a rebelarse contra cier- to orden de ideas y de cosas que no están de acuerdo con las ambiciones y las codicias del corazón y las as- piraciones de los sentidos; se predica a esta porción de la humanidad ciertas doctrinas que pueden pesar en la balanza de los intereses de los predicantes; pero no es lo mismo inclinarse al pobre para elevarle y levantarle a pensamientos de grandeza verdadera y, sostenerlo en la prosecución de un ideal de pureza y de moral y de santidad, que llegar hasta su alma embrutecida por el desprecio y por el abandono y sublevarlo e irritar sus enconadas pasiones. Esto lo hacen los hombres. Pero evangelizar al pobre sólo lo ha hecho Jesucristo, y cuan- tos en su nombre han llegado hasta el corazón de las multitudes y les han predicado la redención de la paz por el amor, por el sacrificio y por el uso razonable de los bienes de la tierra. Ved por qué el Maestro Soberano pudo ofrecer a la vista de los enviados de Juan la prueba de la evan- gelización de los pobres, como un signo exclusivo del Redentor de todos los hombres. Argumento moral. Y como esta evangelización es la misión que du- rante tantos siglos ha continuado la Iglesia por sus sa- cerdotes, ministros de Jesucristo, ved de donde se ha originado el escándalo contra la Religión. Es cosa que de los pobres se ha dicho; la fe cristiana y las esperan- zas ultraterrenas que alimenta en las almas son a pro-

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