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de A Explicación para los niños Cuando San Pedro vió en el Tabor aquella parteci- ta de la gloria de Jesús, se sintió tan satisfecho que ya no quería irse de allí y proponía levantar tres tiendas de campaña para albergar a Moisés y Elías, aparecidos al mismo Jesús: de sí no se acordaba. Pues ¿qué sería cuan- do el día de la Ascensión vió a su Maestro Divino trans- formado, glorificado, subirse sólo por los aires y escon- derse entre nubes blancas que transparentaban resplan- dores celestiales? Lo mismo Simón Pedro que todos sus compañeros se quedaron embebecidos y parece que no pensaban sino en subirse por algún lado con jesús y aban- donar la tierra que les parecía desierta sin El. Estoy cier- to que éso mismo hubiera ocurrido a los niños, si se en- contraran presentes a aquella escena grandiosa y que mirando al cielo, les hubiera sorprendido la noche, si no fuera que los ángeles vinieran y los sacaran de su embe- cimiento y les dijeran: ¿Qué hacéis aquí, queridos niños?.. Queremos subir al cielo. Muy bien os dirían los Angeles, pero todavía no es hora: va primero Jesús a abrir las puer- tas y a preparar el lugar de los escogidos; ya os llegará el turno; entre tanto procurad andar por el camino que ha marcado el Señor a su paso por la tierra; sufrir como El y con El y por El, hasta que venga de nuevo y os lleve con- sigo. Eso mismo os digo yo. Jesús subió al cielo, se nos fué de la vista; para alcanzarlo no hay más que hacer que subir, subir siempre, no bajar; ya véis que Jesús tomó el

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