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PO do GA LIB 46 a — 258— sistiendo las pasiones malas. Si tomáis una piedra y la dejáis en lo alto de una pendiente, ella sóla se precipita en el fondo sin que nadie la empuje; pero si la dejáis ahi en el fondo, ya podéis esperar años y años, la piedra se quedará quieta, no. sabe subir, sino bajar. Así nos suce. de en el orden espiritual. Dios Nuestro Señor nos ha he- cho sus hijos por el Bautimo, nos ha colocado muy alto, muy cérca del cielo, pero el peso del pecado y los malos ejemplos y malos consejos y el demonio y la carne nos empujan un poco y... caemos rodando y no nos podemos detener sólos; necesitamos de la gracia divina para no ro- dar hacia el infierno, y para colocarnos de nuevo en las alturas; sólos imposible. He aquí por qué necesitamos orar, rezar, de chicos y de grandes; cuando somos jóve- nes y cuando viejos. Pero qué valor tendrían nuestras oraciones, si Jesi- cristo no las apoyara?.. ¿Qué título alegaríamos ante Dios para ser oídos?... Ninguno; Jesús los tiene todos. El es el Hijo muy amado de Dios en quien tiene sus complacen- cias. Todas las gracias que hemos de recibir las ha pues- to el Padre en manos de su Hijo Divino; así uniéndonos con El estamos seguros de ser admitidos y de ser escu- chados. Es nuestro intermediario omnipotente. Somos en Jesús hijos adoptivos de su mismo Padáre, y por éso pode- mos llamarle así a boca llena y confiar en El y orar como hijos que acuden amorosamente a su madre. ¿Habéis visto criatura más desgraciada que un niño que no sabe llamar a su padres? Tenemos compasión de los niños sordomudos, que no pueden manifestar sus ideas ni entenderse con los que le rodean, sino por señas; así son los que no oran; tienen cortadas las comunicacio- nes con el cielo; se arrastran por la tierra; son unos mise- rables.

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