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a ia s A ti lo > a e A diz mA IA E Aclaración literal del texto Con mirada escrutadora penetra Jesús el interior de los apóstoles obsesionados de tal manera por el pensa- miento de su partida que ni les ocurría preguntar al Di. vino Maestro el modo cómo los consolaría, ni quién era aquel Espíritu consolador tantas veces prometido, Ha. béis oido la amorosa reprensión conque les hace notar esta despreocupación, motivada por la excesiva triste. zo que los embarga. Para sacarlos de sus negros pen- samientos, Jesús insiste en sus promesas y predicciones del futuro, a ver si caen en la cuenta de que El lo do- mina, y así renace su optimismo ante la seguridad que les da de enviarles al Parácleto Consolador. No hemos de incurrir nosotros en la desatención notada en el Evan- gelio de hoy, sino que hemos de parar, nuestra aten- ción en la tercera Persona de la Sma. Trinidad a la que el Hijo dejará la perfección de su Obra: redententora al subir al Cielo. Sabemos por la historia admirable de la Iglesia, los trances angustiosos porque ha pasado, lle- gando invariablemente al triunfo en cada siglo y en ca- da uno de sus hijos, santificándolos individual y colec- tivamente en medio de la tribulación, fenómeno sobre- humano que tiene cumplida explicación en la asistencia amorosa del Espíritu Santo. La fe que profesamos nos dice que Jesucristo nos envía el Espíritu Santo como mensajero de paz, de alegría y bienaventuranza, cuya causa meritoria es El mismo Jesús. Creemos en la nece- saria unidad de Dios y en la augusta Trinidad de las Personas, que constituyen su esencia inaccesible en sí
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