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Explicación para los niños Veíamos el domingo pasado el gran chasco que se lle- varon los feroces enemigos de Jesús al saber el domingo muy de mañana la noticia de la resurrección del aborre- cido Nazareno, por boca precisamente de los soldados gentiles que ellos habían puesto de guardia junto a su se- pulcro. Lo único que les ocurrió fué aquella burda menti- ra que mandaron propalar a los soldados pagados, que es- tando ellos dormidos, habían visto cómo los discípulos tranquilamente descubrían la sepultura y robaban el cuer- po santísimo del Maestro.Pero el mismo Maestro se encar. gó de desmentirlos categóricamente, apareciéndose repe- tidas veces a los buenos, por espacio de cuarenta días que tardó en subirse glorioso a los cielos. Entre los buenos había uno que se llamaba Tomás, contado entre los doce apóstoles y elegido por Jesús es- pecialmente. No había tenido la suerte de encontrarse con sus compañeros en ninguna de las apariciones de Je- sús. Ellos se lo contaban; pero Tomás, duro de cabeza y demasiado exigente para creer, no les daba crédito y llegó a asegurarles que si él no veía al Maestro con sus propios ojos y lo tocaba y metía sus dedos en las llagas de su crucificado cuerpo no creería. Ya habeis oído leer en el Evangelio la amabilidadex- quisita con que el Señor se prestó a complacer al incré-