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— 009. cípulos en el mismo lugar y Tomás con ellos. Vi- no Jesús estando también las puertas cerradas y púsoseles en medio y dijo: La paz sea con vo- sotros. Después dice a Tomás: Mete aquí tu de- do, y registra mis manos, y trae tu mano, y mé- tela en mi costado, y no seas incrédulo, sino fiel. Respondió Tomás, y le dijo: ¡Señor mío y Dios mio!-Dijole Jesús: Tú has creído, oh Tomás, por- que has visto. Bienaventurados aquellos que sin haberme visto han creído. Muchos otros mila- gros hizo también Jesús en presencia de sus dis- cípulos, que no están escritos en este libro. Pe- ro éstos se han escrito, con el fin de que creais que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que creyendo, tengais vida eterna en virtud de su nombre. Aclaración literal del texto Ocho días habían pasado desde el estupendo mila- gro de la Resurrección, y todavía los amedrentados discípulos no salían de su asombro por los luctuosos acontecimientos pasados, aun después de los rumores del triunfo y de las apariciones con que Jesús había de- mostrado la realidad de su nueva vida. Encerrados es- taban en el Cenáculo consagrado por el Maestro con la última cena y con la institución de la Sda. Eucaris- tía, obedeciendo la consigna de esperar sus órdenes y sin atreverse a dar cara a los enemigos del partido je- rárquico, cuya rabia habíase exacerbado por los insis- tentes rumores de la Resurrección, que no podían aca- llar ni con amenazas ni con dinero. Con éste habían 14

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