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Domingo de Pascua de Resurrección El triunfo resonante de Jesús es la prueba decisiva de su divinidad y la garantía de inmor- talidad de su obra. Evangelio según San Marcos (Cap. XVI. En aquel tiempo: María Magdalena y María, ma- dre de Santiago y Salomé compraron aromas pa- ra ir aembalsamar a Jesús. Y saliendo muy tem- prano el primer día de la semana, llegan al se- pulcro salido ya el sol. Y mutuamente se decían: ¿Quién nos quitará la piedra de la entrada del sepulcro? Y mirando, vieron removida la pie- dra que era excesivamente enorme. Y entrando en el sepulcro, vieron a un mancebo sentado a la derecha, vestido de túnica blanca, y quedaron atónitas. Dijoles este: «No os asustéis, buscáis a Jesús Nazareno Crucificado: resucitó, no está aquí, ved ahí el sitio donde le colocaron. Pero id, decid a sus discípulos y a Pedro que os precede- rá en Galilea, allí le veréis, como os dijo.» Aclaración literal del texto. Todo estaba consumado: así lo había declarado Je- sús en el momento de expirar; nada, efectivamente que-

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