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105 algún deslenguado maldijera a vuestro padre o a vuestra madre?: estoy seguro, que no se quedaría vuestra protes- ta en solas palabras, sino que entre lágrimas de enojo y sentimiento os lanzaríais sobre el atrevido, que ultrajara a quienes os dieron el ser. Pues cuando se trata de Dios, de N. Señor Jesucristo, de la Virgen, ¿por qué no indignarse y hacer sentir al blasfemo nuestra protesta?.. En segundo lugar, habiés de ejercitar vuestro oficio de Angeles, alabando al Señor, aunque no oigáis que lo insultan, sino para desagraviarlo de cuantos, sin saberlo vosotros, lo hacen. Tened la seguridad que vuestras ben- diciones y oraciones de alabanzas llegan al cielo derecha- mente, y son del agrado del Altísimo, aunque los que las dirigen sean muy pequeñitos, porque de la boca de infan- tiles y de los pequeñuelos es de donde oye el Señor las mejores alabanzas. Así compensaréis los agravios con amores, y detendréis el brazo omnipotente e indignado de Dios, y evitaréis en vuestro pueblo, y quizá en vues- tras casas, muchas desgracias, muchos castigos terribles que Dios tiene reservados por tantas injurias. Amad la verdad y nunca os ofenderá: odiad la menti- ra y os indignará santamente, amad a Jesús y sabréis ben- decirlo más que los que lo maldicen.

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