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TT — 178— la verdad que les habla e insultan groseramente al Ver. bo de Dios, llamándolo endemoniado, y cuando Jesús, por el honor de su Padre Eterno, rechaza noblemente la blasfemia e insiste en el parentesco que muestran tener con Satanás, por ser hijos de las tinieblas, ellos, frené- ticos, se lanzan contra El de obra y quieren apedrearlo, mientras Jesús sale del templo con perfecto dominio de la situación, dejándolos bajo la dolorosa impresión del repudio por su rebeldía; ocúltase a sus ojos y sale del templo. Esta actitud irritante de los sabios de Israel y del populacho seducido por sus mentiras y glosas misera- bles de la Ley mosáica, y la gallarda actitud de Jesu- cristo N. Señor abandonándolos a su malicia, nos invita a pensar seriamente en las tremendas responsabilida- des en que incurren los individuos y los pueblos, cuando resisten a la luz de la verdad evangélica y desconocen a quien se la envía. Veamos, por tanto, los caminos por donde se llega a esta obstinación y al desahucio pavo- roso que Dios hace de quienes así desconocen sus ca- minos. Argumento apologético Fijémonos ante todo, en el lado positivo dela lec- ción que hemos de aprender; hoy Jesucristo es nues- tra resurrección, nuestra vida y nuestra luz; el que le sigue anda en pleno día y no se verá envuelto en tinie- blas de error; el conocimiento de aquel a quien el Pa- dre envió, está vinculado a nuestro eterno destino. «Haec est vita aeterna ut cognoscant te, Pater, et quem
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