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— 174— Llegada la época de la trilla, qué de manipulaciones para sacarlo de entre la paja, para recogerlo, medirlo y guardarlo. Luego, cuando se quiere convertirlo en pan, comienza de nuevo una sefie de operaciones desde el molino hasta el horno del cual sale el trigo completamente transformado. Cuando vosotros coméis tan agusto el sa- broso pan de cada día, no pensáis en los trabajos que ha costado hasta podéroslo repartir y vosotros saborearlo; sencillamente lo encontráis hecho, pedís pan a vuestra madre y ella os lo da. Y lo más admirable es que los sa- bios, los químicos, los agricultores más entendidos, toda- vía no saben cómo fermenta el granito de trigo debajo de tierra, ni en qué consiste el maravilloso gérmen de vida que ese diminuto granito encierra en su seno, ni qué pro- digio de fuerza y de fecundidad se opera en la fabulosa multiplicación del grano que produce veinte, cuarenta y sesenta granos en las espigas frondosas que vemos on- dular en color de oro por los campos. Pues bien, todo eso que, ni los niños piensan, ni los hombres saben, pero que todos aprovechan a veces, sin acordarse de quien se lo da desde el cielo, la sabe muy bien Dios Creador y renovador de la vida en el mundo: lo sabía perfectamente Jesús que es la Sabiduría increada y así pudo prescindir de todas esas operaciones, manipu- laciones y meses de espera que las leyes naturales exigen antes de tener el pan, y producirlo con sola su voluntad, bendiciendo unos panecillos y multiplicándolos hasta har- tar a cinco mil hombres. Todo eso puede hacer Dios y hace en favor de los que le siguen, además de hacer flo- recer los campos y enviar la lluvia y sol del cielo sobre justos y pecadores, Así aprendemos todos a quien hemos de agradecer el pan de cada día, a pedirlo con humildad y confianza a nuestro Padre que está en los cielos y nos ama, y sobre todo, a agradecérselo siempre. No seais vo-
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